En general, las frutas y verduras pueden comenzar a formar parte de la dieta, de manera progresiva, a partir de los 4-6 meses de vida (preferiblemente a partir del 5º mes).
Deben presentarse peladas para evitar o eliminar el aporte de celulosa y hemicelulosa presentes en la cubierta externa, y no sobrepasar los 5g/día de fibra alimentaria recomendados durante el primer año de vida, evitando que el exceso de fibra pueda interferir con la absorción de micronutrientes como el hierro y el zinc.
Comenzaremos con fruta de sabor más dulce y menos acido iniciando con manzana, plátano, pera y zumo de naranja y retrasar hasta el año la introducción de algunas frutas potencialmente alergénicas (melocotón, fresas, kiwi…) por su capacidad para liberar histamina, aunque actualmente este tema es controvertido.
La fruta puede darse también en forma de zumos naturales recién elaborados que contienen todos los nutrientes excepto la fibra dietética.
Los zumos deben tomarse con cuchara para evitar el riesgo de caries y erosión dental y, en pequeñas cantidades, para impedir que reemplacen la ingesta de alimentos de más valor nutritivo.
Deben consumirse nada más prepararse pues pierden parte de su contenido al oxidarse la vitamina B y C, podría darse en forma de compota aunque la cocción les hace perder vitaminas.
Pueden usarse puntualmente los batidos de fruta homogenizados industrializados.
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